domingo, 29 de junio de 2014

FIN DE CURSO EN LA PARROQUIA

TE ADORAMOS, SEÑOR Y TEN BENDECIMOS



      




 El final del curso llega a estas tierras granadinas con la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo .Su  celebración está vinculada a la caridad, no en vano en la Solemnidad celebramos el Día de la caridad, donde se nos invita a construir espacios de esperanza. Y la esperanza que necesitamos es la de saber y experimentar que Dios nos ama, infinitamente, seamos como seamos, y que Él es el único que sostiene y da sentido a nuestra vida. Su Presencia está en medio de nosotros; ni en el poder, ni en el dinero, ni en el status social, ni en todas aquellas cosas que imaginamos como ideales para nuestra vida plena encontraremos lo que llena el ansia de felicidad de nuestro corazón.

En el Corpus Christi aprendemos que el Amor de Dios hacia cada uno de nosotros es de una gratuidad abso­luta, imagen del amor al que estamos llamados entre los hombres cuando el corazón está lleno o deseoso, aún sin saberlo de su Presencia.

A lo largo de las últimas semanas, hemos visto crecer el número de personas que acuden a la Cáritas parroquial de Santo Tomás. La crisis parece que no termina. Se nos llama y se nos invita a vivir la caridad que  comienza por abrir los ojos a la rea­lidad, pero la realidad se puede mirar y valorar de di­ferentes maneras. Podemos ver la realidad desde el beneficio de las grandes empresas, desde el fluir de los préstamos bancarios, desde los intereses del mer­cado, desde la reducción del déficit y los resultados macroeconómicos o podemos leer la realidad desde el número de los parados, desde los desechados por el sistema, desde las rentas mínimas, desde los índi­ces de pobreza, desde los recortes de los derechos sociales.
Nuestra Cáritas quiere ver la realidad con los ojos de Dios, desde el lado de los pobres, como nos pide también el Papa Francisco. De ahí que se han visto incrementadas las ayudas a nuevas familias necesitadas en el entorno de la Parroquia.


Tanto en  la ciudad de Granada como la parroquia, se han vivido momento de intensa celebración y fervor popular en torno a la presencia real del Señor en la Eucaristía. El día del Corpus tuvo lugar la procesión con el Santísimo por los alrededores del templo, con numerosa participación de fieles y sobre todo de niños que se han acercado al altar por primera vez, en el curso que se termina.
 De esta manera si tiene sentido celebrar la fiesta del Corpus, dando vida  al Señor que sea pasea con su pueblo en cada una de las procesiones. que se organizan. No olvidemos que cada creyente, cuando recibe al Señor, realiza una pequeña procesión del Corpus al llevarle en su interior y darle a conocer a los demás.
A lo largo de las últimas semanas se han llevado a cabo numerosas actividades en la parroquia. Durante todo el mes de mayo y junio, tuvieron lugar las primeras comuniones de 54 pertenecientes a la catequesis parroquial. Fueron momentos de intensa emoción, no solo para los niños sino también para sus padres y familiares que les acompañaban.
EL tiempo pascual es rico en celebraciones y acontecimientos. Celebramos el día 26 de mayo la Pascua del enfermo con el rito de la Unción. Participaron más de 80 personas enfermas o impedidas. EL P. David, Coadjutor, quien sufre en estos momentos el dolor de la enfermedad,  quiso unirse también a todos los fieles y recibir la Unción. El, que hasta hace muy poco coordinaba los grupos de enfermos y mayores, ahora permanece convaleciente en un hospital de la ciudad. Deseamos al P. David una pronta recuperación y que el Señor acompañe estos momentos de su vida con el bálsamo de la paz y la esperanza. Oremos también por él.  
También tuvo lugar la Vigilia Vocacional en el entorno de la Semana de Oración por las vocaciones. Participaron algunos seminaristas de Monachil quienes, con su sincero y emotivo testimonio, nos recordaban la necesidad que tenemos todos de orar por las vocaciones agustino recoletas.
La Vigilia de Pentecostés se celebró el día 7 de junio y estuvo centrada en los dones del Espíritu Santo. Fue  un momento de intensa oración  con gran participación de fieles. Esta vigilia tuvo lugar con la adoración eucarística en la que los fieles congregados en el templo rezaron postrados ante el Señor, con súplicas y peti­ciones nacidas del silencio y la oración ante el Santí­simo.


Los fieles oraron desde sus bancos y también acer­cándose ante el propio altar, donde recogían una vela encendida como búsqueda de un don del Espíritu necesitado en esos momentos, presentando también sus súplicas, propias y en comunión.

El final del curso estuvo marcado por la excursión parroquial a la Alpujarra granadina.  Fue una jornada alegre y festiva. Se visitaron varias localidades de la zona. A media tarde tuvo lugar la Eucaristía en la iglesia parroquial de Pampaneira.  Para las personas más “valientes”, se llevó a cabo una actividad de senderismo en el camino que conduce a las altas cumbres de Sierra Nevada. También la Fraternidad Seglar de la Parroquia, muy numerosa, organizó su excursión fin de curso al Santuario de Ntra. Sra. De la Cabeza en Jaén.
En las excursiones participaron miembros de todos los grupos y comunidades de la parroquia: Cáritas, liturgia, enfermos, catequesis, monaguillos, coros, vida ascendente, fraternidad seglar OAR…


“Te adoramos, Señor y ten bendecimos”. Al final de un curso queremos que la vida de la parroquia se transforme en una pequeña y humilde ofrenda al Señor. Todo aquello que llevamos a cabo en la pastoral, es obra de Dios, y a él mismo se lo ofrecemos. Todo son bendiciones del Señor. Que sepamos siempre reconocer que todo es don suyo, y que nosotros somos únicamente sus trabajadores. Desde Granada, feliz verano a todos. 

martes, 17 de junio de 2014

LA EUCARISTÍA EN SAN AGUSTÍN




 
     Para S. Agustín la Eucaristía es una figura de la pasión redentora de Jesús que efectúa la participación de los miembros de la Iglesia en la nueva vida de su cabeza, Cristo. Comentando el discurso del pan de vida (Jn 6) y la invitación de Cristo a comer su carne y a beber su sangre dice:
Es un horrible delito esto que parece mandar; hay, por tanto, que ver aquí una figura, una invitación a comulgar con la pasión de Cristo y a imprimir en nuestra memoria el suave y benéfico recuerdo de su carne crucificada y muerta por nosotros.
Sobre la Doctrina Cristiana, III, 16, 24
La Iglesia debe comulgar con la pasión de Cristo no sólo por medio del acto exterior de comer y beber sino también por medio de la conciencia interior, y por eso hacerse ella misma enteramente sacrificio como resultado de su participación en el sacrificio por excelencia, el de Cristo. Por eso la Eucaristía representa no solamente el sacrificio único de Cristo en el Gólgota sino también el sacrificio espiritual hecho continuamente por los cristianos. El pan partido y el vino derramado asemejan estas cosas de las que son figuras o sacramentos: El cuerpo y la sangre entregados de Cristo y de los cristianos.
En la Eucaristía se unen orgánicamente el signo (La entrega de la Iglesia) y la realidad significada por el rito simbólico (El sacrificio de Cristo). Se trata de una totalidad: El acto sacrificial de Cristo muerto y resucitado lleva a su Iglesia en su movimiento hacia Dios. La Eucaristía es el signo sagrado por medio del que la entrega única de Cristo se hace cada día actual para ser vivida por los cristianos: La Iglesia es, junto a Cristo, la que ofrece la Eucaristía y la que es ofrecida en ella.
Cristo es él mismo el que ofrece y él mismo el don ofrecido. Ha querido que el sacramento de esta realidad sea el sacrificio cotidiano de la Iglesia que, siendo cuerpo de esta cabeza, aprende a ofrecerse ella misma por él.
La Ciudad de Dios, X, 20
S. Agustín no quiere separar el sacrificio de Cristo del sacrificio cotidiano de la Iglesia. La liturgia eucarística está en función del Cristo total, unido para siempre a su Iglesia; glorifica a Cristo y a los santos, purifica y santifica la Iglesia en peregrinación hacia el reino y socorre a los fieles difuntos. En resumen: El sacrificio sacramental es símbolo real del sacrificio único de Cristo que redime a toda la creación y une a la Iglesia de modo especial con la redención, haciéndola una auténtica participante de ésta.

 
Presencia de Cristo y de la Iglesia
Quien recibe el misterio de la unidad y no tiene el vínculo de la paz no recibe un misterio salvador en favor suyo, sino un testimonio contra sí mismo. Si vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros entonces vuestro mismo misterio reposa sobre la mesa de la Eucaristía. Vosotros debéis ser lo que veis y debéis recibir lo que sois.
(Homilía 272)
No se puede estar unido con la cabeza de la Iglesia si no se está unido al cuerpo. Quién se separa de la única Iglesia celebra la Eucaristía no para su salvación sino para su ruina, más aún, no la celebra de hecho. Esto se debe a que, ya que están presentes en la Eucaristía tanto Cristo como la Iglesia, los dos son la materia de este sacramento. Por eso S. Agustín se niega a ver la presencia real de Cristo separada de la participación en ella de la Iglesia. Lo mismo que Cristo los miembros de la Iglesia están presentes en el pan y el vino consagrados.
S. Agustín no se interesa principalmente por la Eucaristía en sí misma, sino por su fin último: la unión de los cristianos con Cristo y entre ellos. La visión paulina del cuerpo de Cristo es el principio de la doctrina eucarística. Es fundamental la intención de subrayar la inclusión de cada cristiano en la unidad del cuerpo de Cristo. La finalidad de la celebración de la Eucaristía no es "estar delante" sino "estar dentro". Recibido el pan eucarístico, que es símbolo real de su unión con Cristo, los participantes no siguen siendo individuos, existen dentro de Cristo y están unidos los unos con los otros en el cuerpo místico de la Iglesia. La participación en la Eucaristía nos hace cuerpo de Cristo.
Unión de los cristianos con Cristo y entre ellos
Vosotros sois los mismos hombres que erais, ya que no habéis traído caras nuevas. Y, sin embargo, sois nuevos: viejos por la apariencia del cuerpo, pero nuevos por la gracia de la santidad, y esto sí que es verdadera novedad. Así también como veis, esto todavía es pan y vino; pero llegará la consagración y aquel pan será el cuerpo de Cristo y aquel vino será la sangre de Cristo. Esto hace el nombre de Cristo; esto hace la gracia de Cristo: que la realidad parezca lo mismo que parecía y que, sin embargo, no valga aquello que valía.
Sermón del domingo de Pascua





S. Agustín intenta profundizar en la significación del signo que representa la Eucaristía: La Iglesia como un estar dentro de Cristo y los otros. El fundamento de todo esto es la fe en la presencia real de Cristo en los signos sacramentales, el cambio del pan en su carne y del vino en su sangre.
Sin esta presencia real los cristianos no recibirían en la comunión la vida eterna. La unidad del cuerpo místico no es construida por los miembros sino comunicada por la cabeza, Cristo, en el don real y eficaz que hace de sí mismo por medio de la Eucaristía. En vez de sustituir el realismo de la presencia de Cristo, el realismo de la presencia de la Iglesia lo presupone y lo garantiza.
La Eucaristía es vista como un acontecimiento salvífico en el cual se participa para estar en contacto con la misma autodonación de Cristo que vivifica la Iglesia y la envía al mundo a la misión, dándole un anticipo de la comunidad y de la caridad sin fin que ya comienza a vivir en este mundo.

Custodia antigua del Corpus en Granada.