CLAVES
PARA ORAR EN VERANO.
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Ambientación:
Después
de vivir los días de Pasión y Gloria de Jesús hemos caminado los cincuenta días
de la PASCUA y, mientras nos acercamos al final de curso y las vacaciones de
verano, vamos entrando en el “Tiempo Ordinario”. Un tiempo es especial de
gracia y amor de Dios.
Hace tiempo había
quedado un día del mes de julio con un párroco buen amigo mío en su parroquia.
Era por la tarde y cuando llegué lo encontré con una señora, agente de pastoral
de la parroquia.
- Pasa
estamos terminando de preparar la Eucaristía de las familias del domingo.
- ¿En julio
también? Yo creía que teníais vacaciones.
- Dios no
tiene vacaciones, me contestó ella con una sonrisa.
Me quedé pensando
y viene a mi memoria en más de una ocasión. Dios no tiene vacaciones,
y el tiempo no puede volver a ser “ordinario” cuando se ha tenido la
experiencia de la PASCUA, la experiencia de la RESURRECCIÓN,
la experiencia y la fuerza del ESPÍRITU. Cuando se tiene, la EXPERIENCIA,
que es algo más que pasar la hoja del calendario o vestirnos de fiesta o de
sport, como más nos guste.
El “Tiempo ordinario” suele ser definido como "el tiempo en que Cristo se hace
presente y guía a su Iglesia por los caminos del mundo". Es un
tiempo salpicado por los que denominamos “Tiempos fuertes”: Adviento, Navidad, Cuaresma,
Pascua. Es el tiempo más largo del año litúrgico y donde Dios
se hace presente en lo cotidiano, aunque a veces lo cotidiano sea reiterativo y
hasta aburrido. Dios no hace vacaciones, aunque las parroquias se suelen ver más vacías, la catequesis y
los grupos se suspenden y si nos acercamos a celebrar la Eucaristía dominical
vemos caras desconocidas u otras que hacía muchos años que no veíamos.
Una propuesta de
oración para el verano:
El verano es
tiempo de descanso, es un tiempo propicio para experiencias personales y
familiares, un tiempo para entrar dentro de nosotros mismos… sin prisas. Dejar
crecer y acoger el deseo de estar a solas “con quien sabemos nos ama”.
Algunas claves
para orar en verano:
-
Detener mis pasos, serenar el ritmo acelerado de mi vida, y contemplar todo lo
que Dios me ha dado, SERENAMENTE
-
Callar un momento, silenciar el torbellino de ideas y sentimientos para estar
ante Él con todos mis sentidos, ATENTAMENTE
-
Romper todas las murallas que se alzan en torno a mí, y dejarle entrar a
cualquier hora, TRANQUILAMENTE.
-
Vaciar mi casa y despojarme de todo lo que se me ha apegado para ofrecerle
alojamiento DIGNAMEMTE
-
Estar sólo con Él, llenarme de su Espíritu y querer, para marchar luego al
encuentro de todo ALEGREMENTE
-
Sentir su aliento dándome paz, vida y sentido, para vivir este momento con Él, POSITIVAMENTE.
Sí, es
tiempo de entrar en nosotros mismos para conocernos, recrearnos en lo que el
Señor nos ha regalado y nos regala, y dar un paso más, y otro, y otro más. No
debemos cansarnos de dar pasos, aunque sea en verano.
La Palabra de Dios
quiere resonar con fuerza en medio de nosotros.
LECTURA
DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 11, 25-30
En
aquel tiempo, exclamó Jesús:
-- Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre,
así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar. Venid a mi todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.
En verano, dejémonos llevar por el amor de Dios, que
sale a nuestro encuentro para inundarnos de su amor y transformar nuestras
vidas.