El día 28 de agosto, celebraremos la fiesta de san Agustín. Una de las autobiografías más famosas
del mundo, las Confesiones de San Agustín, comienza de esta manera: “Grande
eres Tu, Oh Señor, digno de alabanza … Tu nos has creado para Ti, Oh Señor, y
nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti” (Confesiones,
Capítulo 1). Durante mil años, antes de la publicación de la Imitación de
Cristo, Confesiones fue el manual más común de la vida espiritual. Dicho
libro ha tenido más lectores que cualquiera de las otras obras de San Agustín.
El mismo escribió sus Confesiones diez años después de su conversión, y luego
de ser sacerdote durante ocho años. En el libro, San Agustín se confiesa con
Dios, narrando el escrito dirigido al Señor. San Agustín le admite a Dios: “Tarde
te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé” (Confesiones,
Capítulo 10). Muchos aprenden a través de su autobiografía a acercar sus
corazones al corazón de Dios, el único lugar en donde encontrar la verdadera
felicidad … ¿Quién fue este ‘pecador que llegó a ser un santo’ en la
Iglesia?
Los primeros años
San Agustin nació en Africa del Norte en
354, hijo de Patricio y Santa Mónica. El tuvo un hermano y una hermana, y todos
ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un
convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a
su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la
congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de
San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la
vida religiosa.
Patricio, el padre de San Agustín
fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las
fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella
también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San
Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras
se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en
su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete
años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio
durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se
guardaban mutua fidelidad. Un niño llamado Adeodatus nació de su unión,
quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba
gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los
19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció
a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un
Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era
bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material.
La conversión de San Agustín
A través de la poderosa intercesión de
su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo
comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San
Ambrosio en el Cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un
gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un
gran efecto en el para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica.
Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó
a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8). Un día
cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la
pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee”
(Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia
al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras
de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14: “nada de
comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien
del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus
concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento
en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el
resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San
Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre
cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín
tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en
donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar
de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una
madre que tenía una profunda fe y convicción.
Obispo de Hipona
Luego de la muerte de su madre, San
Agustín regresó al Africa. El no deseaba otra cosa sino la vida de un monje –
vivir un estilo de vida silencioso y monástico. Sin embargo, el Señor tenía
otros planes para el. Un día San Agustín fue a la ciudad de Hipona en Africa, y
asistió a una misa. El Obispo, Valerio, quien vio a San Agustín allí y tuvo
conocimiento de su reputación por su santidad, habló fervientemente sobre la
necesidad de un sacerdote que lo asistiera. La congregación comenzó de esa
manera a clamar por la ordenación de San Agustín. Sus plegarias pronto fueron
escuchadas. A pesar de las lágrimas de San Agustín, de su resistencia y de sus
ruegos en oposición a dicho pedido, el vio en todo esto la voluntad de Dios.
Luego dio lugar a su ordenación. Cinco años después fue nombrado Obispo, y
durante 34 años dirigió esta diócesis. San Agustín brindó
generosamente su tiempo y su talento para las necesidades espirituales y
temporales de su rebaño, muchos de los cuales eran gente sencilla e ignorante.
El mismo escribió constantemente para refutar las enseñanzas de ese entonces,
acudió a varios consejos de obispos en Africa y viajó mucho a fin de predicar
el Evangelio. Pronto surgió como una figura destacada del Cristianismo.
El amor de San Agustín hacia la verdad a
menudo lo llevo a controversias con diversas herejías. Por ejemplo, las
principales herejías contra las cuales habló y escribió fueron las de los
Maniqueos, de cuya secta había pertenecido anteriormente; de los cismáticos
Donatistas que se habían apartado de la iglesia; y, durante los veinte años
restantes de su vida, contra los Pelagianos, que exageraban la función del
libre albedrío para hacer caso omiso a la función de la gracia en la salvación
de la humanidad. San Agustín escribió mucho acerca de la función de la gracia
en nuestra salvación, y más adelante obtuvo el título de doctor de la Iglesia
especialmente debido a sus intervenciones con los Pelagianos. En esta línea, el
mismo escribió mucho también acerca del pecado original y sus efectos, del bautismo
de niños pequeños y de la predestinación.
Escritos
San Agustín fue un escritor prolífico,
que escribió más de cien títulos separados. Según lo mencionado anteriormente,
San Agustín escribió su famosa autobiografía titulada Confesiones. El
mismo escribió además un gran tratado durante un período de 16 años titulado
Sobre la Trinidad, meditando sobre este gran misterio de Dios casi diariamente.
San Agustín escribió además la Ciudad de Dios, que comenzaba como una simple y
breve respuesta a la acusación de los paganos de que el Cristianismo era el
responsable de la caída de Roma.
Dicha obra fue escrita entre los
años 413-426, y es una de las mejores obras de apologética con respecto a las
verdades de la fe Católica. En ella, la ‘ciudad de Dios’ es la Iglesia
Católica. La premisa es que los planes de Dios tendrán resultado en la historia
en la medida en que las fuerzas organizadas del bien en esta ciudad derroten
gradualmente a las fuerzas del orden temporal que hacen la guerra a la voluntad
de Dios. Una línea de este libro se puede apreciar a continuación: “Por tanto
dos ciudades han sido construidas por dos amores: la ciudad terrenal por el
amor del ego hasta la exclusión de Dios; la ciudad celestial por el amor de
Dios hasta la exclusión del ego. Una se vanagloria en si mismo, la otra se
gloría en el Señor. Una busca la gloria del hombre, la otra encuentra su mayor
gloria en el testimonio de la conciencia de Dios” (Ciudad de Dios, Libro 14).
Conclusión de su vida
En 430 San Agustín se enfermó y falleció
el 28 de agosto de ese mismo año. Su cuerpo fue enterrado en Hipona, y fue
trasladado posteriormente a Pavia, Italia. San Agustín ha sido uno de los más
grandes colaboradores de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia
Católica. El es un ejemplo para todos nosotros – un pecador que se hizo santo y
que nos da esperanza a todos. San Agustín es actualmente uno de los treinta y
tres doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.
BASILICA DE SAN
PIETRO EN EL CIEL D’ORO
(donde se encuentran los restos de San Agustín)
San Pietro en el Ciel d'Oro ("San
Pedro en el cielo de oro” en italiano) es una basílica católica romana de los
Agustinos en Pavía, Italia. El Papa Benedicto XVI la visito en abril del año
2007. Las primeras novedades que tenemos acerca de esta Basílica datan del año
604. La Basílica no es el edificio original. Sigue a otro que era del estilo
cristiano de los principios, con columnas simples y techo de madera. La Basílica
actual, de forma Románica-Lombarda, data del siglo doce. La misma fue
consagrada por el Papa Inocente II en 1132. Dicha Basílica heredó el nombre de
“ciel d’oro” (cielo de oro) debido a que el techo de Madera de la iglesia
Cristiana de los principios era decorada con pintura de color dorado. El
exterior es simplemente de ladrillos. La Basílica es mencionada por Dante,
Petrarca y Boccaccio.
La Basílica cuenta con tres naves. Al
final de la nave derecha, el piso del ábside muestra los restos de un mosaico
del siglo doce. En la nave izquierda, que aún constituye la construcción
original, existen rastros de frescos de los siglos quince y diez y seis. La
bóveda majestuosa de la nave central fue reconstruida en 1487 por el arquitecto
Giacomo Da Candia de Pavia.
La Iglesia es el lugar de reposo para
los restos de San Agustín de Hipona. El presbiterio es dominado por el Arco de
mármol de San Agustín, erigido sobre una cripta. Esta es una obra de arte de la
escultura Lombarda del siglo catorce. La misma se encuentra decorada con 95
estatuas. En el año 1327, el Papa Juan XXII expidió la bula papal
Veneranda Santorum Patrum, en la cual nombra a los Agustinos custodios de
la tumba de San Agustín, que fue erigida nuevamente en 1362 y tallada de manera
elaborada con escenas de la vida de San Agustín. Dichas escenas incluyen la
conversión de San Agustín, su bautismo, los milagros luego de su muerte y el
traslado de sus reliquias a Pavia.
Existe además una cripta en la cual se
encuentra enterrado Severino Boezio. El alma de su gran cónsul, senador y
filósofo es mencionado por Dante en el décimo canto de “il Paradiso.” A
la derecha de la cripta yace el cuerpo de Liutprando, rey de los Lombardos. Se
lo considero por siempre merecedor del esplendor que aseguró a esta Basílica
por transferir las santas reliquias de San Agustín desde Sardinia en el año
724.
Estas reliquias, descubiertas en la
cripta en el año 1695, actualmente yacen en una urna de plata al pie del Arco
de mármol.
La sacristía de la Basílica es imponente.
Con una bóveda acanalada, la misma es rica en decoraciones “grotescas”,
atribuidas al siglo diez y seis. Existe también un lienzo del siglo diez y seis
que ilustra a San Agustín conversando con San Jerónimo. Los dos altares de
mármol son obras del escultor Giovanni Scapolla, oriundo de Pavia. Uno de ellos
esta dedicado a Santa Rita, y data del año 1940. El otro, esta dedicado al
Sagrado Corazón, y data del año 1963.
El Arca de San Agustín
Se trata de una
pequeña descripción enciclopédica de la fe de las virtudes teologales,
cardinales y monásticas. Se encuentran representados también algunos episodios
de la vida de S. Agustín, el Gran Doctor de la Iglesia: su conversión, bautismo
por S. Ambrosio, los milagros, muerte.. 430 d. C. – y el traslado de sus reliquias
a Pavía. Detrás del Arca, aparece una porción de mosaico octagonal, de la
Catedral de la antigua Hipona, donde Agustín fue Obispo - 395 / 430 d. C. El
fresco que cubre la bóveda del ábside remonta al año 1900. En un fondo de falso
mosaico dorado domina la figura del Redentor sentado en trono y flanqueado por
el Apóstol San Pedro y S. Agustín con su madre Mónica.
PENSAMIENTOS DE
SAN AGUSTÍN
“Ama a Dios, y haz lo que quieras.”
–Sermón acerca de Juan 1, 7:8.
“Nada conquista excepto la verdad y la
victoria de la verdad es el amor.” -Sermones 358, 1. “Victoria veritatis est
caritas.”
“El amor es la belleza del alma.”
“Tarde te amé, Oh Belleza siempre
antigua, siempre nueva. Tarde te amé. Tú me has llamado, y me has llamado
insistentemente, y has suprimido mi sordera. Tu has brillado con luz y has
puesto mi ceguera a volar! Tu has emanado fragancia, y me he quedado sin
aliento, y he suspirado por ti. Te he conocido, y he tenido hambre y sed de Ti.
Tú me has tocado, y he sido encendido por tu paz.” -Confesiones, Capítulo 1.
"¡Oh verdad, verdad, cómo suspiraba
ya entonces por ti desde las fibras más íntimas de mi corazón!".
¡Pobre de mí, que me creí apto para el
vuelo, abandoné el nido y caí antes de poder volar!".
"La medida
del amor es el amor sin medida"
"¿Los hombres salen a hacer turismo
para admirar las crestas de los montes, el oleaje de los mares, el copioso
curso de los ríos, los movimientos de los astros.Y, sin embargo, pasan de largo
de sí mismos".
"No busques que dar. Date a ti mismo".
"Conocerse de verdad a uno mismo no es otra cosa que oir de Dios lo que
el piensa de nosotros".
"El hombre bueno es libre, incluso cuando
es esclavo".
"Si queréis recibir la vida del Espíritu Santo,
conservad la caridad, amad la verdad y desead la unidad para llegar a la
eternidad".