viernes, 10 de octubre de 2014

ORAR EN TORNO A LA FIESTA DE LOS SANTOS







Cristo nos hace partícipes de su amor.


En este mes de noviembre, la Iglesia nos invita a mirar a nuestros seres queridos, que partieron de éste mundo al encuentro con el Padre. La liturgia contempla a Cristo resucitado, que ha vencido a la muerte y al pecado, y es nuestra salvación.

A mediados, casi al final del mes, celebramos a Cristo, constituido Señor del universo. Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.


Meditemos la palabra de Dios que nos invita a contemplar a Cristo, Señor de nuestra historia en los momentos finales de su vida, antes de sufrir la pasión. Cristo nos enseña el reinado de la humildad, de la paz, del servicio, de la entrega, en definitiva, el reinado del amor. Aprendamos de Cristo a coronarnos cada día con esa corona de virtudes que adornó su vida. El camino de la santidad es Cristo, como dice san Agustín: “Cristo es tu camino”.


Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: "Eres tú el Rey de los judíos?" Respondió Jesús: "Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?"  Pilato respondió: "Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. Qué has hecho?" Respondió Jesús: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí."

Entonces Pilato le dijo: "Luego tú eres Rey?" Respondió Jesús: "Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."


Oremos confiando en el amor y el poder de Cristo, que nos invita a la santidad:


Señor, Dios mío, ayúdame a ser santo.
Santo sin premio,
Santo para no ofenderte,
Santo para servir mejor a los demás.
Señor, en el día de hoy,
que recordamos y celebramos la memoria de todos los Santos,
ayúdame a acercarme más a Ti.
A ellos les ruego que pidan al Espíritu,
me conceda los dones necesarios para ser mejor.
No porque yo merezca algo,
Sino para que mi alabanza llegue a Ti, más plena.
Señor, Perdóname,
Por mis faltas y pecados,
Por todo lo que podía haber hecho y no hice,
Por todo lo que podía haber servido y no serví,
Por todo lo que he desaprovechado.
Dame tu Bendición para que el resto de mi vida,
Te sea Fiel y Caritativo,
Luz Tuya y Servidor de Todos,
según Tu me pidas en cada momento.
Gracias Señor por Tu Misericordia conmigo.
Amén



Gesto:

Se nos invita a orar con un pequeño símbolo. No se si les será fácil tener en las manos una pequeñas espinas de un rosal o de alguna zarza. Pueden confeccionar una pequeña “corona de espinas”, y hacer una sencilla oración.
Pensemos en aquellas cosas que más nos hacen sufrir en la vida, o más duras se nos hacen. Tratemos de imitar con ello a Cristo, que fue coronado de espinas como verdadero rey. Nosotros también podemos imitar su reinado, uniendo a su persona todo aquello que más nos cuesta en la vida.

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