La Iglesia en su misión de ir por el mundo llevando
la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y
asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios; a este tiempo lo
conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y
buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de
invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad.
En este tiempo los cristianos por medio del
Adviento se preparan para recibir a Cristo,"luz del mundo" (Jn 8, 12)
en sus almas, rectificando sus vidas y renovando el compromiso de seguirlo.
Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la semana
Santa celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de
Dios; pero a diferencia del Triduo Pascual en el que recordamos la pasión y
muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo hombre y habitó entre
nosotros.
Así como el sol despeja las tinieblas durante el
alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, el mundo, el
demonio y de la carne para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz nos
muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la
naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa
presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.
La
Iglesia en su papel de madre y maestra por medio de una serie de fiestas busca
concientizar al hombre de este hecho tan importante para la salvación de sus
hijos. Por ello, es necesario que todos los feligreses vivamos con recto
sentido la riqueza de la vivencia real y profunda de la Navidad.
LOS ORÍGENES
DE LA NAVIDAD
Existe una profunda semejanza de las fiestas de
finales de diciembre y comienzos de enero con las de marzo, sin duda porque
ambos meses, enero y marzo, han sido considerados por diversas culturas como
inicio del año. Enero era el mes dedicado a Jano. San Paciano, obispo de
Barcelona en el siglo IV, ya hablaba de mascaradas paganas que tenían lugar por
estas fechas, diciembre y enero. Muchos Santos Padres condenaron estas fiestas
paganas. Las Saturnalias o fiestas en honor a Saturno se celebraban entre los
días 17 y 23 de diciembre. Las muy posteriores fiestas de los obispillos, el
Bisbetó de Monserrat,la fiesta del Rollo, el obispo de los locos o el abat de
los locos de los días 6 y 28 de diciembre, según los casos, que subsistieron en
los pueblos españoles como residuos de aquellas Saturnalias, se celebraban
también en las iglesias.
Hay referencias históricas de que en la Edad Media
había grandes libertades en los templos. Por tanto, es muy probable que los
Papas eligieran el 25 de Diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús con
el fin de que los fieles cristianos se apartaran de las celebraciones paganas
del solsticio de invierno.
La Navidad venía así a ocupar el lugar que todavía
llenaban esas fiestas saturnales y otras propias del invierno en Roma. Reinando
Constantino el Grande, la iglesia propuso que el 25 de diciembre se celebrara
el nacimiento del Salvador por su coincidencia con la celebración romana del
Sol Invictus.
En todo
caso, en el año 345 d.c. el día 25 era fiesta de Navidad en Occidente.En
Oriente, sin embargo, la celebran el 6 de enero, pero la influencia de San Juan
Crisóstomo, padre de la Iglesia de Oriente y patriarca de de Alejandría, y de
San Gregorio Nacianzeno, el teólogo, amigo de San Basilio, consiguió que adoptaran
el 25 de diciembre.
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