Por la señal de la
Santa Cruz... Señor mío Jesucristo..
Nosotros, cristianos,
somos conscientes de que el vía crucis del Hijo de Dios no fue
simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del
Condenado, cada gesto o palabra suya, así como lo que vieron e hicieron todos
aquellos que tomaron parte en este drama, nos hablan continuamente. En su
pasión y en su muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre
el hombre.
Hoy queremos
reflexionar con particular intensidad sobre el contenido de aquellos
acontecimientos, para que nos hablen con renovado vigor a la mente y al
corazón, y sean así la gracia de una auténtica participación. Pedimos, pues, al
Espíritu Santo, experimentar el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo,
para reconocer y cargar, a la luz de este amor, la propia cruz, imitando a
Aquel que «soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra
del trono de Dios» (Hb 12,2).
Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz
de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál
es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos
de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén. [Juan Pablo II]
Primera Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del
Evangelio de san Marcos: Pilato tomó de nuevo la palabra y les
preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?» Ellos gritaron de
nuevo: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a
Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
«Reo es de
muerte», dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín, y, como no podían ejecutar
a nadie, lo llevaron de la casa de Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba
razones para condenar a Jesús, e incluso trató de liberarlo, pero, ante la
presión amenazante del pueblo instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo,
crucifícalo!», «Si sueltas a ése, no eres amigo del César», pronunció la
sentencia que le reclamaban y les entregó a Jesús, al suplicio de la cruz, aun sabiendo que
era inocente…después de azotarlo, para que fuera
crucificado.
En
nuestro mundo contemporáneo, muchos son los «Pilato» que tienen en las manos
los resortes del poder y los usan al servicio de los más fuertes.Cuántos temas para la reflexión nos ofrecen los padecimientos
soportados por Jesús desde el Huerto de los Olivos hasta su condena a muerte:
abandono de los suyos, negación de Pedro, flagelación, corona de espinas,
vejaciones sin medida. Todo por amor a nosotros, por nuestra
conversión y salvación. Pausa de
silencio
Oremos:Cristo, que aceptas una condena injusta, concédenos, a nosotros y
a los hombres de todos los tiempos, la gracia de ser fieles a la verdad y no
permitas que caiga sobre nosotros y sobre los que vendrán después de nosotros
el peso de la responsabilidad por el sufrimiento de los inocentes.
Padrenuestro…….. Jesús, pequé:
Ten piedad y misericordia de mí.
Segunda Estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de san Marcos: Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y
lo sacaron para crucificarlo.
Condenado a muerte, Jesús quedó en manos de los soldados del procurador,
que lo llevaron consigo al pretorio y, reunida la tropa, hicieron mofa de él.
Llegada la hora, le quitaron el manto de púrpura con que lo habían vestido para
la burla, le pusieron de nuevo sus ropas, le cargaron la cruz en que había de
morir y salieron camino del Calvario para allí crucificarlo.
El peso de la cruz es excesivo para las mermadas fuerzas de Jesús,
convertido en espectáculo de la chusma y de sus enemigos. No obstante, se
abraza a su patíbulo deseoso de cumplir hasta el final la voluntad del Padre:
que cargando sobre sí el pecado, las debilidades y flaquezas de todos, los
redima. Nosotros, a la vez que contemplamos a Cristo cargado con la cruz,
oigamos su voz que nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».Pausa de silencio
Oremos: Cristo, que aceptas la
cruz de las manos de los hombres para hacer de ella un signo del amor salvífico
de Dios por el hombre, concédenos, a nosotros y a los hombres de nuestro
tiempo, la gracia de la fe en este infinito amor, para que, transmitiendo al
nuevo milenio el signo de la cruz, seamos auténticos testigos de la Redención.
Padrenuestro…..Jesús, pequé:
Ten piedad y misericordia de mí.
Tercera Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del profeta
Isaías: Pero Él fue traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable
cayó sobre Él, sus cicatrices nos curaron.
Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la
flagelación, debilitado por la acerbidad de los sufrimientos físicos y morales
que le infligieron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo
dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron los
golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y expectación del público.
Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para
seguir su camino.
Isaías había profetizado de Jesús: «Eran nuestras dolencias las que él
llevaba y nuestros dolores los que soportaba. Yahvé descargó sobre él la culpa
de todos nosotros». El peso de la cruz nos hace tomar conciencia del peso de
nuestros pecados, infidelidades, ingratitudes..., de cuanto está figurado en
ese madero. Por otra parte, Jesús, que nos invita a cargar con nuestra cruz y
seguirle, nos enseña aquí que también nosotros podemos caer, y que hemos de
comprender a los que caen; ninguno debe quedar postrado; todos hemos de
levantarnos con humildad y confianza buscando su ayuda y perdón.Pausa de silencio
Oremos: Cristo, que caes bajo el peso de nuestras culpas
y te levantas para nuestra justificación, te rogamos que ayudes a cuantos están
bajo el peso del pecado a volverse a poner en pie y reanudar el camino. Danos
la fuerza del Espíritu, para llevar contigo la cruz de nuestra debilidad.
Padrenuestro…..Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Cuarta Estación: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de san Lucas: Simeón
los bendijo y dijo a María, su madre: y a ti misma una espada te traspasará el
alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
En su camino hacia el Calvario, Jesús va envuelto por una multitud de
soldados, jefes judíos, pueblo, gentes de buenos sentimientos... También se
encuentra allí María, que no aparta la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha
entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un momento en que sus miradas se
encuentran, la de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de Jesús que ve a
María triste y afligida, y en cada uno de ellos el dolor se hace mayor al
contemplar el dolor del otro, a la vez que ambos se sienten consolados y confortados
por el amor y la compasión que se transmiten.
Nos es fácil adivinar lo que padecerían Jesús y María pensando en lo que
toda buena madre y todo buen hijo sufrirían en semejantes circunstancias. Esta
es sin duda una de las escenas más patéticas del Vía crucis, porque aquí se
añaden, al cúmulo de motivos de dolor ya presentes, la aflicción de los afectos
compartidos de una madre y un hijo. María acompaña a Jesús en su sacrificio y
va asumiendo su misión de corredentora.Pausa de silencio
Oremos:Oh María,
tú que has recorrido el camino de la cruz junto con tu Hijo, quebrantada por tu
dolor de madre, pero recordando siempre el fiat y confiada en que Aquél
para quien nada es imposible cumpliría sus promesas, suplica para todos los
hombres la gracia de abandonarnos en el
amor de Dios. Haz que, ante la prueba, jamás dudemos de su amor.
Dios te salve María, llena eres….. Jesús, pequé: Ten piedad y
misericordia de mí.
Quinta Estación: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos…..
Del Evangelio de san Lucas: Mientras lo conducían,
echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron
la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su cruz, camino del Calvario;
pero su primera caída puso de manifiesto el agotamiento del reo. Temerosos los
soldados de que la víctima sucumbiese antes de hora, pensaron en buscarle un
sustituto. Entonces el centurión obligó a un tal Simón de Cirene, que venía del
campo y pasaba por allí, a que tomara la cruz sobre sus hombros y la llevara
detrás de Jesús. Tal vez Simón tomó la cruz de mala gana y a la fuerza, pero
luego, movido por el ejemplo de Cristo y tocado por la gracia, la abrazó con
resignación y amor y fue para él y sus hijos el origen de su conversión.
El Cireneo ha venido a ser como la imagen viviente de los discípulos de
Jesús, que toman su cruz y le siguen. Además, el ejemplo de Simón nos invita a
llevar los unos las cargas de los otros, como enseña San Pablo. En los que más
sufren hemos de ver a Cristo cargado con la cruz que requiere nuestra ayuda
amorosa y desinteresada.Pausa de silencio
Oremos: Cristo, que has
concedido a Simón de Cirene la dignidad de llevar tu cruz, acógenos también a
nosotros bajo su peso, acoge a todos los hombres y concede a cada uno la gracia
de la disponibilidad. Haz que no apartemos nuestra mirada de quienes están
oprimidos por la cruz de la enfermedad, de la soledad, del hambre y de la
injusticia.
Padrenuestro…. Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Sexta Estación: LA VERÓNICA
ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Salmo 27: Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. No
rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me
abandones, Dios de mi salvación.
Dice el profeta Isaías: «No tenía apariencia ni presencia; lo vimos y no
tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón
de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro,
despreciable, y no lo tuvimos en cuenta». Es la descripción profética de la
figura de Jesús camino del Calvario, con el rostro desfigurado por el
sufrimiento, la sangre, los salivazos, el polvo, el sudor... Entonces, una
mujer del pueblo, Verónica de nombre, se abrió paso entre la muchedumbre
llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de Jesús. El Señor,
como respuesta de gratitud, le dejó grabada en él su Santa Faz.
Una letrilla tradicional de esta sexta estación nos dice: «Imita la
compasión / de Verónica y su manto / si de Cristo el rostro santo / quieres en
tu corazón». Hoy, también podemos enjugar el rostro de Cristo que se nos hace
presente en tantos hermanos nuestros que comparten de diversas maneras la
pasión del Señor, quien nos recuerda: «Lo que hagáis con uno de estos, mis
pequeños, conmigo lo hacéis».Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesucristo, tú
que aceptaste el gesto desinteresado de amor de una mujer y, a cambio, has
hecho que las generaciones la recuerden con el nombre de tu rostro, haz que
nuestras obras, y las de todos los que vendrán después de nosotros, nos hagan
semejantes a ti y dejen al mundo el reflejo de tu infinito amor.
Padrenuestro…. Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Séptima Estación: JESÚS CAE
POR SEGUNDA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Salmo 22: Al
verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza. Pero tú, Señor, no te
quedes lejos, que el peligro está cerca y nadie me socorre.
Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a cuestas llegó a la cima de
la empinada calle que daba a una de las puertas de la ciudad. Allí, extenuado,
sin fuerzas, cayó por segunda vez bajo el peso de la cruz. Faltaba poco para
llegar al sitio en que tenía que ser crucificado, y Jesús, empeñado en llevar a
cabo hasta la meta los planes de Dios, aún logró reunir fuerzas, levantarse y
proseguir su camino.
Nada tiene de extraño que Jesús cayera si se tiene en cuenta cómo había
sido castigado desde la noche anterior, y cómo se encontraba en aquel momento.
Pero, al mismo tiempo, este paso nos muestra lo frágil que es la condición
humana, aun cuando la aliente el mejor espíritu, y que no han de
desmoralizarnos las flaquezas ni las caídas cuando seguimos a Cristo cargados
con nuestra cruz. Jesús, por los suelos una vez más, no se siente derrotado ni
abandona su cometido. Para Él no es tan grave el caer como el no levantarnos. Y
pensemos cuántas son las personas que se sienten derrotadas y sin ánimos para
reemprender el seguimiento de Cristo, y que la ayuda de una mano amiga podría
sacarlas de su postración.Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesucristo, que
caes bajo el peso del pecado del hombre y te levantas para tomarlo sobre ti y
borrarlo, concédenos a nosotros, hombres débiles, la fuerza de llevar la cruz
de cada día y de levantarnos de nuestras caídas, para llevar a las generaciones
que vendrán el Evangelio de tu poder salvífico.
Padrenuestro…. Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Octava Estación: JESÚS
CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de san Lucas: Lo seguía un gran gentío
del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí,
llorad por vosotras y por vuestros hijos».
Mientras muchos espectadores se divierten y lanzan insultos contra Jesús,
no faltan algunas mujeres que, desafiando las leyes que lo prohibían, tienen el
valor de llorar y lamentar la suerte del divino Condenado. Jesús, sin duda,
agradeció los buenos sentimientos de aquellas mujeres, y movido del amor, quiso orientar la nobleza de sus corazones
hacia lo más necesario y urgente: la conversión suya y la de sus hijos. Jesús
nos enseña a establecer la escala de los valores divinos en nuestra vida y nos
da una lección sobre el santo temor de Dios.Pausa de silencio
Oremos: Cristo, que has venido
a este mundo para visitar a todos los que esperan la salvación, haz que nuestra
generación reconozca el tiempo de tu visita y tenga parte en los frutos de tu
redención. No permitas que por nosotros y por los hombres del nuevo siglo se
tenga que llorar porque hayamos rechazado la mano del Padre misericordioso.
Padrenuestro…..Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Novena Estación: JESÚS CAE
POR TERCERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
De la 2ª carta del Apóstol san Pablo a los Corintios: Nos apremia el amor de Cristo, al
considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por
todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y
resucitó por ellos.
Una vez llegado al Calvario, en la cercanía inmediata del punto en que iba
a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez, exhausto y sin arrestos ya para
levantarse. Las condiciones en que venía y la continua subida lo habían dejado
sin aliento. Había mantenido su decisión de secundar los planes de Dios, a los
que servían los planes de los hombres, y así había alcanzado, aunque con un
total agotamiento, los pies del altar en que había de ser inmolado.
Jesús agota sus facultades físicas y psíquicas en el cumplimiento de la
voluntad del Padre, hasta llegar a la meta y desplomarse. Nos enseña que hemos
de seguirle con la cruz a cuestas por más caídas que se produzcan y hasta
entregarnos en las manos del Padre vacíos de nosotros mismos y dispuestos a
beber el cáliz que también nosotros hemos de beber.Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesucristo, que
por tu humillación bajo la cruz has revelado al mundo el precio de su
redención, concede a los hombres del tercer milenio la luz de la fe, para que
reconociendo en ti al Siervo sufriente de Dios y del hombre, tengamos la
valentía de seguir el mismo camino, que, a través de la cruz y el despojo,
lleva a la vida que no tendrá fin.
Padrenuestro…..Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Décima Estación: JESÚS ES
DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Salmo 22:
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica
Ya en el Calvario y antes de crucificar a Jesús, le dieron a beber vino
mezclado con mirra; era una piadosa costumbre de los judíos para amortiguar la
sensibilidad del que iba a ser ajusticiado. Jesús lo probo, como gesto de
cortesía, pero no quiso beberlo; prefería mantener la plena lucidez y
conciencia en los momentos supremos de su sacrificio. Por otra parte, los
soldados despojaron a Jesús, sin cuidado ni delicadeza alguna, de sus ropas,
incluidas las que estaban pegadas en la carne viva, y, después de la
crucifixión, se las repartieron.
Para Jesús fue sin duda muy doloroso ser así despojado de sus propios
vestidos y ver a qué manos iban a parar. Y especialmente para su Madre, allí
presente, hubo de ser en extremo triste verse privada de aquellas prendas, tal
vez labradas por sus manos con maternal solicitud, y que ella habría guardado
como recuerdo del Hijo querido.Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesús, que con
total entrega has aceptado la muerte de cruz por nuestra salvación, haznos a
nosotros y a todos los hombres del mundo partícipes de tu sacrificio en la
cruz, para que nuestro existir y nuestro obrar tengan la forma de una
participación libre y consciente en tu obra de salvación.
Padrenuestro…..Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Undécima Estación: JESÚS ES
CLAVADO EN LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de
san Juan: Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y Pilato escribió
un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el
Nazareno, el rey de los judíos».
Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue fijado en
la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los pies.
Levantaron la cruz en alto y el cuerpo de Cristo quedó entre cielo y tierra,
pendiente de los clavos y apoyado en un saliente que había a mitad del palo
vertical. En la parte superior de este palo, encima de la cabeza de Jesús,
pusieron el título o causa de la condenación: «Jesús el Nazareno, el Rey de los
judíos». También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro
a su izquierda.
El suplicio de la cruz, además de ser infame, propio de esclavos criminales
o de insignes facinerosos, era extremadamente doloroso, como apenas podemos
imaginar. El espectáculo mueve a compasión a cualquiera que lo contemple y sea
capaz de nobles sentimientos. Pero siempre ha sido difícil entender la locura
de la cruz, necedad para el mundo y salvación para el cristiano. La liturgia
canta la paradoja: «¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza / con un
peso tan dulce en su corteza!». Pausa de silencio
Oremos: Cristo elevado, Amor
crucificado, llena nuestros corazones de tu amor, para que reconozcamos en tu
cruz el signo de nuestra redención y, atraídos por tus heridas, vivamos y
muramos contigo, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y
por los siglos de los siglos.
Padrenuestro… Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Duodécima Estación: JESÚS
MUERE EN LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de san Lucas: Y Jesús, clamando
con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho
esto, expiró.
Desde la crucifixión hasta la muerte transcurrieron tres largas horas que
fueron de mortal agonía para Jesús y de altísimas enseñanzas para nosotros.
Desde el principio, muchos de los presentes, incluidas las autoridades
religiosas, se desataron en ultrajes y escarnios contra el Crucificado. Poco
después ocurrió el episodio del buen ladrón, a quien dijo Jesús: «Hoy estarás
conmigo en el paraíso». San Juan nos refiere otro episodio emocionante por
demás: Viendo Jesús a su Madre junto a la cruz y con ella a Juan, dice a su
Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre»; y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de
esto, nos dice el mismo evangelista, sabiendo Jesús que ya todo estaba
cumplido, dijo: «Tengo sed». Tomó el vinagre que le acercaron, y añadió: «Todo
está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
A los motivos de meditación que nos ofrece la contemplación de Cristo
agonizante en la cruz, lo que hizo y dijo, se añaden los que nos brinda la
presencia de María, en la que tendrían un eco muy particular los sufrimientos y
la muerte del hijo de sus entrañas.Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesucristo, Tú
que en el momento de la agonía no has permanecido indiferente a la suerte del
hombre y con tu último respiro has confiado con amor a la misericordia del
Padre a los hombres y mujeres de todos los tiempos con sus debilidades y
pecados, llénanos a nosotros y a las generaciones futuras de tu Espíritu de
amor, para que nuestra indiferencia no haga vanos en nosotros los frutos de tu
muerte.
Padrenuestro… Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Décimotercera Estación: JESÚS
ES BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de
san Juan: Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba,
dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre».
Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un
sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran
las piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los
otros dos, y a Jesús, que ya había muerto, uno de los soldados le atravesó el
costado con una lanza. Después, José de Arimatea y Nicodemo, discípulos de
Jesús, obtenido el permiso de Pilato y ayudados por sus criados o por otros
discípulos del Maestro, se acercaron a la cruz, desclavaron cuidadosa y
reverentemente los clavos de las manos y los pies y con todo miramiento lo
descolgaron. Al pie de la cruz estaba la Madre, que recibió en sus brazos y
puso en su regazo maternal el cuerpo sin vida de su Hijo.
Escena conmovedora, imagen de amor y de dolor, expresión de la piedad y
ternura de una Madre que contempla, siente y llora las llegas de su Hijo
martirizado. Una lanza había atravesado el costado de Cristo, y la espada que
anunciara Simeón acabó de atravesar el alma de la María. Pausa de silencio
Oremos: Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza
nuestra; Dios te salve. A ti llamamos..., vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre……Alcánzanos la gracia de la fe, de la esperanza y de
la caridad, para que también nosotros, como tú, sepamos perseverar bajo la cruz
hasta al último suspiro.
Dios te salve, María. Llena eres… Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Décimocuarta Estación: JESÚS
ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
V. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos…..
Del Evangelio de san Juan: Llegó
también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras
de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en
los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.
José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos
de María y lo envolvieron en una sábana limpia que José había comprado. Cerca
de allí tenía José un sepulcro nuevo que había cavado para sí mismo, y en él
enterraron a Jesús. Mientras los varones procedían a la sepultura de Cristo,
las santas mujeres que solían acompañarlo, y sin duda su Madre, estaban
sentadas frente al sepulcro y observaban dónde y cómo quedaba colocado el
cuerpo. Después, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro,
y regresaron todos a Jerusalén.
Con la sepultura de Jesús el corazón de su Madre quedaba sumido en
tinieblas de tristeza y soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la
esperanza cierta de que su Hijo resucitaría, como Él mismo había dicho. En todas
las situaciones humanas que se asemejen al paso que ahora contemplamos, la fe
en la resurrección es el consuelo más firme y profundo que podemos tener.
Cristo ha convertido en lugar de mera transición la muerte y el sepulcro, y
cuanto simbolizan. Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesucristo, que
por el Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, fuiste llevado desde las
tinieblas de la muerte a la luz de una nueva vida en la gloria, haz que el
signo del sepulcro vacío nos hable a nosotros y a las generaciones futuras y se
convierta en fuente viva de fe, de caridad generosa y de firmísima esperanza.
Padrenuestro… Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Décimoquinta Estación: JESÚS
RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos…..
Del Evangelio de
san Lucas: Encontraron
que la piedra había sido removida de la entrada del sepulcro; pero dentro no
hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Pasado
el sábado, María Magdalena y otras piadosas mujeres fueron muy de madrugada al sepulcro.
Llegadas allí observaron que la piedra había sido removida. Entraron en el
sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, pero vieron a un ángel que les
dijo: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está
aquí». Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían
dicho las mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado: la
primera, sin duda, a su Madre; luego, a la Magdalena, a Simón Pedro, a los
discípulos de Emaús, al grupo de los apóstoles reunidos, etc., y así durante
cuarenta días. Nadie presenció el momento de la resurrección, pero fueron
muchos los que, siendo testigos presenciales de la muerte y sepultura del
Señor, después lo vieron y trataron resucitado.
En los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían
como meta y destino el sepulcro, sino la resurrección, en la que
definitivamente la vida vence a la muerte, la gracia al pecado, el amor al
odio. Como enseña San Pablo, la resurrección de Cristo es nuestra resurrección,
y si hemos resucitado con Cristo hemos de vivir según la nueva condición de
hijos de Dios que hemos recibido en el bautismo. Pausa de silencio
Oremos: Señor Jesús, de tu Cruz se desprende un
rayo de luz. En tu muerte ha sido vencida nuestra muerte y se nos ha ofrecido
la esperanza de la resurrección. ¡Asidos a tu Cruz, quedamos en la espera
confiada de tu vuelta, Señor Jesús, Redentor nuestro! «Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!». Amén.
Padrenuestro, Ave María y Gloria… Jesús, pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
CANTO
PADRENUESTRO por las intenciones del Papa
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