domingo, 18 de mayo de 2014

UN RETIRO PARA MAYO

MARÍA LO LLENA TODO DE DIOS.










1.     Una historia como aperitivo.

Cuenta una leyenda que, en un pueblo totalmente alejado de la civilización, todos los que lo visitaban quedaban asombrados por el comportamiento y la forma de vivir de sus habitantes: todo lo tenían en común  las puertas siempre estaban abiertas nadie estaba enojado con nadie compartían ilusiones y penas se ayudaban los unos a los otros se palpaba un clima de cordialidad y de hermandad.

Pero sobre todo, lo que más llamaba la atención, es que siempre estaban alegres y contentos. Por eso, cada año, eran más las personas que llegando a aquella aldea, decidían quedarse a vivir con ellos.

Un día, un visitante, se dio cuenta que –a una hora determinada- todos los habitantes de aquel pueblo se ponían en movimiento. Y que los más ancianos decían: es la hora del alimento. Subían hacia un pequeño monte y, mirando hacia el cielo, una voz decía: es la hora de abrir la ermita de la Virgen.

El sorprendido visitante, miraba hacia un lado y a otro y, al no ver ninguna iglesia, preguntó: ¿dónde está la ermita que no la veo? El anciano del pueblo le contestó: amigo; la ermita que hay que abrir, no es de piedra o ladrillo. Es el corazón de cada uno. Ahí está el secreto de nuestra felicidad. María lo llena de Dios. Y, cuando uno tiene a Dios, la vida es un surtidor que estalla en permanente felicidad. Por eso, siempre que podemos, venimos no por obligación, sino por necesidad para que el Señor nos siga bendiciendo con la delicadeza, la apertura, la reconciliación, la ilusión, la solidaridad, la fe y la oración.

Aquel día, este visitante, entendió que el templo más importante, que Dios quiere y que la Virgen más cuida, es el del “Espíritu”. El corazón o el alma de cada persona.


2.     María en la Palabra de Dios.

Del Evangelio según Lucas 1,39-45

En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»

Cuando Lucas habla de María, él piensa en las comunidades de su tiempo que vivían dispersas por las ciudades del Imperio Romano y les ofrece en María un modelo de cómo deben relacionarse con la Palabra de Dios. Una vez, al oír hablar a Jesús, una mujer exclamó: "Feliz la que te dio a luz y felices los pechos que te amamantaron”. Elogió a la madre de Jesús. Inmediatamente, Jesús respondió: "¡Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y la observan!" (Lc 11,27-28). María es el modelo de comunidad fiel que sabe escuchar y practicar la Palabra de Dios. Al describir la visita de María a Isabel, enseña qué deben hacer cada una de nuestras comunidades, para transformar la visita de Dios en servicio a los hermanos.



Reflexión:

• El episodio de la visita de María a Isabel muestra otro aspecto bien típico de Lucas. Todas las palabras y actitudes, sobre todo el cántico de María que sigue en el texto, forman una gran celebración de alabanza. Parece la descripción de una solemne liturgia. Así, Lucas evoca el ambiente litúrgico y celebrativo, en el cual Jesús fue formado y en el cual las comunidades tenían que vivir su fe.

• Lucas 1,39-40: María sale para visitar a Isabel. Lucas acentúa la prontitud de María en atender las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le habló de que María estaba embarazada e, inmediatamente, María se levanta para verificar lo que el ángel le había anunciado, y sale de casa para ir a ayudar a una persona necesitada. De Nazaret hasta las montañas de Judá son ¡más de 100 kilómetros! No había bus ni tren.

• Lucas 1,41-44: Saludo de Isabel. Isabel representa el Antiguo Testamento que termina. María, el Nuevo que empieza. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y completar toda la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar al niño en el seno de Isabel. La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres de casa visitándose para ayudarse. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: es aquí donde Lucas quiere que las comunidades (y nosotros todos) perciban y descubran la presencia del Reino. Las palabras de Isabel, hasta hoy, forman parte del salmo más conocido y más rezado en todo el mundo, que es el Ave María.

• Lucas 1,45: El elogio que Isabel hace a María. "Feliz la que ha creído que se cumplieran las cosas que le fueron dicha de parte del Señor". Es el recado de Lucas a las Comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues tiene la fuerza de realizar aquello que ella nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de una virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que la acoge con fe.


3.     La presencia mariana en nuestra vida agustino recoleta.

La orden de agustinos recoletos “no es orden mariana propiamente dicha”, pero nació, se propagó y se perpetúa “al amparo  de María”. Desde el primer momento manifestó de mil maneras su afecto filial a María. Se sentía hija de san Agustín, que tan profundamente marcó toda la teología mariana, y de una orden que siempre puso especial empeño en el culto a la Virgen. San Agustín señaló el cauce a la mejor especulación mariana del futuro, al integrar a María en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Para él María es también el modelo perfecto de obediencia al Padre y de virginidad, lo cual la constituye en paradigma de toda alma consagrada.

Los teólogos agustinos, a partir del siglo XIV, defendieron con vigor los privilegios de María y sus conventos no se contentaron con honrarla en las cuatro festividades clásicas del calendario universal: natividad, purificación, anunciación y asunción. Dieron vida también a múltiples asociaciones marianas y sus frailes promovieron el culto a otros títulos de la Virgen. Los más comunes fueron los de nuestra señora del Socorro, de Gracia, bastante común en los conventos castellanos del siglo XVI, de la Consolación y del Buen Consejo, de las que existe constancia documental desde 1308, 1401, 1439 y 1467, respectivamente. A fines del siglo XVI
(1575) la virgen de la Consolación se asocia a la de la Correa y poco a poco va convirtiéndose en el título más representativo de la piedad mariana de la orden. En 1588, durante su visita a los conventos españoles, el general Petrochini, muestra gran interés en erigir la cofradía de la correa en todos ellos.

4.     Enamorados de la Virgen María.

Durante el siglo XVI florecieron en los claustros agustinos de Castilla predicadores, teólogos y poetas enamorados de la Virgen. Santo Tomás de Villanueva (1486-1555),  cantó sus glorias por los púlpitos de Salamanca, Valladolid, Burgos, Valencia y otras ciudades de la península. Todavía hoy conservamos nueve sermones suyos sobre la asunción, siete sobre la anunciación, cinco sobre la natividad, cuatro sobre la inmaculada y algunos otros sobre la purificación, la visitación y la presentación en el templo. Todos ellos rebosan de ciencia bíblica y teológica, pero también de unción y fervor. Tomás era un predicador culto, formado en las aulas universitarias, y se sentía a gusto con los textos de la Biblia y en compañía de san Agustín, san Gregorio, san Bernardo y santo Tomás de Aquino, a quienes debe gran parte de su doctrina. Pero nunca perdía de vista
el público que le escuchaba.

El mismo fuego mariano ardió en el pecho del más grande de sus discípulos, san Alonso de Orozco (1500-1591). El predicador de sus honras fúnebres ya insistió en su amor a la Virgen: “Lo más de su vida gastó en alabanzas suyas”. Y con mayor claridad lo atestiguan sus propios escritos. Por ellos sabemos que su madre le consagró a María antes de nacer y le impuso el nombre de Alfonso en recuerdo del arzobispo de Toledo, que “es en España el santo mariano por excelencia”. A su ejemplo también nuestro Alonso se sentirá toda su vida “capellán de nuestra Señora” y elegido por ella para predicar sus alabanzas. En honor a María recitaba todos los días la Benedicta, un nocturno mariano de antigua prosapia en la iglesia, y en el silencio de su celda entonaba cada día cuatro salmos y el Magnificat, uno por cada letra de su nombre. A María dedicó tres de los cinco conventos que fundó: a Nuestra Señora de la Paz, el de Talavera (1566); a la Visitación, el femenino de Madrid (1589); y a la Encarnación, el masculino de la misma ciudad (1590).

Fray Alonso obedeció prontamente. En adelante, consumiría la mayor parte de su tiempo en el púlpito o ante la mesa de escribir. Y no pocos de sus sermones y de sus decenas de libros tratarán de María. Sobre ella hablaba varias veces todos los sábados del año y de ella escribió tratados que todavía poseemos.

También fray Luis de León (1527-1591), el legislador de los recoletos, se ocupó a menudo de María. En las aulas universitarias defendió con múltiples razones el privilegio de la Inmaculada Concepción. En los Nombres de Cristo dedicó una página bellísima a ensalzar su sangre virginal. En la cárcel inquisitorial de Valladolid (1573) el recuerdo de María le ayuda a soportar los ramalazos de la envidia y de la calumnia y le inspira una bellísima poesía:
 “La miserable vida / sólo cuando me vuelvo a ti respira”. Y a María vuelve sus ojos suplicantes para que le dirija entre las olas que amenazan hundirle en el abismo y le conduzca sano al puerto:


Virgen, lucero amado,
en mar tempestuoso clara guía,
a cuyo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmido elemento
corre; la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya el suelo toca,
gime la roca antena;
socorre antes que embista en dura roca
Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo que con tino a ti vocea.




5.     Fervor mariano de las primeras comunidades.

La Forma de vivir no dedica palabra alguna a María y, por tanto, deja intacta la legislación general de la orden. De ello cabría deducir que las comunidades recoletas se contentaron con las prácticas marianas comunes en ella. Sin embargo, la realidad fue un poco diversa. Su clara tendencia contemplativa las movió a incrementar su frecuencia y a introducir otras nuevas. El mismo día de la profesión todos los religiosos se consagraban a María y le prometían perpetuo vasallaje:

«El nuevo profeso ha de celebrar su profesión en la celda, teniéndola muy limpia y olorosa, y aderezada con flores y puesto en ella un altar pequeño y en él una imagen de Nuestra Señora con sus luces. Al irse a recoger, las encenderá y, puesto de rodillas delante de la imagen, ofrézcase por esclavo suyo, haciendo carta de esclavitud y firmándola, pidiéndola le reciba debajo de su amparo para defenderse del enemigo y que le alcance gracia de su santísimo hijo para perseverar en la guarda de los votos».


Con la reforma litúrgica de Pío V, el oficio parvo y la Benedicta quedaron relegados entre los agustinos a un lugar secundario, mientras que entre los recoletos mantuvieron su primitiva importancia. La recitación diaria de la Benedicta era obligatoria hasta en los colegios de filosofía y teología. Dieron mayor realce a la fiesta de la Inmaculada, convirtiéndola en día de comunión obligatoria. Los recoletos colombianos comulgaban todas “las fiestas de Nuestra Señora”, preparaban su celebración con un día de ayuno y las solemnizaban con una hora más de oración. La antífona Nativitas tua y la procesión de la correa no experimentaron cambio alguno. El canto de la antífona concluía solemnemente todos los días el rezo de la liturgia de las horas y era obligatorio para todos, incluso para los huéspedes, “si actualmente no estuvieran enfermos”. La procesión de la correa se celebraba todos los cuartos domingos de mes en los conventos que tuvieran establecida la cofradía.

6.     En el Horizonte de nuestras constituciones.

Nuestra legislación dedica poco espacio para expresar la cálida devoción de la Virgen María en nuestra Orden. Apenas dos números que subrayan la expresión más genuina de una sincera devoción mariana. Son sólo dos números, pero suficientes para expresar el amor de cada religioso y de cada comunidad a la Madre de Dios.

         “El carisma de la Orden, constituido por el amor casto contemplativo, por el amor ordenado comunitario y por el amor difusivo apostólico, adquiere una dimensión de ternura y de calor humano en la devoción de la santísima Virgen, madre y prototipo de la Iglesia, incorporada al misterio de Cristo y perfecto dechado de la vida consagrada a Dios.

Ella se entregó totalmente a la caridad. Abrazó aquel género de vida virginal, pobre y obediente, del que Cristo fue ejemplar principal. Es maestra de vida interior porque fue «más dichosa aceptando la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo» , y porque conservaba y meditaba en su corazón las obras y la doctrina del Hijo. Formó parte de la comunidad perfecta de la sagrada Familia. Es también maestra de la vida apostólica, «porque cooperó con amor al nacimiento de los fieles en la Iglesia»  y los sigue con materna solicitud hasta que Cristo se forme en ellos” . (Const. Nº 29)
                                       
“La comunidad expresa la devoción a la bienaventurada Virgen María, madre de la Orden, con el título especial de la Consolación y la propone a los fieles «como signo de esperanza cierta y de consuelo para el peregrinante pueblo de Dios”. (Const. Nº 30)


El número 78 trata de expresar cómo ha de realizarse la devoción y el culto a la Santísima Virgen María.
        
“Todas las comunidades y cada uno de los religiosos amen filialmente y traten de imitar a la santísima Virgen María, madre de Dios, en cuya válida protección se apoya la Recolección agustiniana.
Hónrenla principalmente con el culto litúrgico y tengan en gran aprecio, sobre todo, aquellos ejercicios de piedad mariana recomendados por el magisterio de la Iglesia, que expresan «más claramente la nota trinitaria y cristológica que les es intrínseca y esencial» 

“Veneren de modo especial y fomenten la piedad de los fieles hacia la Virgen María bajo el título de Madre de Consolación, que es título tradicional en la familia agustiniana.  “(Const. Nº 78)
         Después de la liturgia de las horas, sea considerado como una de las más eficaces y excelentes oraciones el rosario mariano  que se recitará diariamente, así como el saludo del Angelus.
Los sábados y festividades litúrgicas de la santísima Virgen y en la solemnidad de san José cántese en común la Salve Regina y la antífona Ioseph”.

.



Expresar las actitudes de María.

         Cada vez que pensamos en María, estamos abriendo gozosos nuestros corazones a Dios para vivir la novedad del Evangelio. Ella supo aceptar la misma vida de Dios en Ella. En este día de retiro, tratemos de abrir gozosos nuestros corazones a la novedad de Dios, que se manifiesta en el corazón de los humildes y sencillos. Tal vez María tenga siempre que enseñarnos nuevas actitudes de sencillez y humildad. Ella lo entrego todo por Aquel Hijo, que era el mismo Dios hecho hombre. Nosotros, como agustinos recoletos, hemos hecho donación de nuestras vidas también a Cristo, para entregarlo todo por El y para El.



No hay comentarios:

Publicar un comentario