MARÍA
LO LLENA TODO DE DIOS.
1. Una historia como aperitivo.
Cuenta una
leyenda que, en un pueblo totalmente alejado de la civilización, todos los que
lo visitaban quedaban asombrados por el comportamiento y la forma de vivir de
sus habitantes: todo lo tenían en común las puertas siempre
estaban abiertas nadie estaba enojado con
nadie compartían ilusiones y penas se ayudaban los unos a los otros se palpaba un clima de cordialidad y de hermandad.
Pero sobre todo, lo que más llamaba la atención, es que siempre
estaban alegres y contentos. Por eso, cada año, eran más las personas que
llegando a aquella aldea, decidían quedarse a vivir con ellos.
Un
día, un visitante, se dio cuenta que –a una hora determinada- todos los
habitantes de aquel pueblo se ponían en movimiento. Y que los más ancianos
decían: es la hora del alimento. Subían hacia un pequeño monte y, mirando hacia
el cielo, una voz decía: es la hora de
abrir la ermita de la Virgen.
El
sorprendido visitante, miraba hacia un lado y a otro y, al no ver ninguna
iglesia, preguntó: ¿dónde está la ermita
que no la veo? El anciano del pueblo le contestó: amigo; la ermita que hay
que abrir, no es de piedra o ladrillo. Es el corazón de cada uno. Ahí está el
secreto de nuestra felicidad. María lo llena de Dios. Y, cuando uno tiene a
Dios, la vida es un surtidor que estalla en permanente felicidad. Por eso,
siempre que podemos, venimos no por obligación, sino por necesidad para que el
Señor nos siga bendiciendo con la delicadeza, la apertura, la reconciliación,
la ilusión, la solidaridad, la fe y la oración.
Aquel
día, este visitante, entendió que el templo más importante, que Dios quiere y
que la Virgen más cuida, es el del “Espíritu”. El corazón o el alma de cada
persona.
2. María en la Palabra de Dios.
Del Evangelio según Lucas 1,39-45
En aquellos días, se puso en camino
María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró
en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María,
saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y
exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;
y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a
mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que
ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Cuando Lucas
habla de María, él piensa en las comunidades de su tiempo que vivían dispersas
por las ciudades del Imperio Romano y les ofrece en María un modelo de cómo
deben relacionarse con la Palabra de Dios. Una vez, al oír hablar a Jesús, una
mujer exclamó: "Feliz la que te dio a luz y felices los pechos que te
amamantaron”. Elogió a la madre de Jesús. Inmediatamente, Jesús respondió:
"¡Felices, pues, los que escuchan la palabra de Dios y la observan!"
(Lc 11,27-28). María es el modelo de comunidad fiel que sabe escuchar y
practicar la Palabra de Dios. Al describir la visita de María a Isabel, enseña
qué deben hacer cada una de nuestras comunidades, para transformar la visita de
Dios en servicio a los hermanos.
Reflexión:
• El episodio de
la visita de María a Isabel muestra otro aspecto bien típico de Lucas. Todas
las palabras y actitudes, sobre todo el cántico de María que sigue en el texto,
forman una gran celebración de alabanza. Parece la descripción de una solemne
liturgia. Así, Lucas evoca el ambiente litúrgico y celebrativo, en el cual
Jesús fue formado y en el cual las comunidades tenían que vivir su fe.
• Lucas 1,39-40:
María sale para visitar a Isabel. Lucas acentúa la prontitud de María en
atender las exigencias de la Palabra de Dios. El ángel le habló de que María
estaba embarazada e, inmediatamente, María se levanta para verificar lo que el
ángel le había anunciado, y sale de casa para ir a ayudar a una persona
necesitada. De Nazaret hasta las montañas de Judá son ¡más de 100 kilómetros!
No había bus ni tren.
• Lucas 1,41-44:
Saludo de Isabel. Isabel representa el Antiguo Testamento que termina. María,
el Nuevo que empieza. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y
confianza, reconociendo en él el don gratuito de Dios que viene a realizar y
completar toda la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres
se manifiesta el don del Espíritu que hace saltar al niño en el seno de Isabel.
La Buena Nueva de Dios revela su presencia en una de las cosas más comunes de
la vida humana: dos mujeres de casa visitándose para ayudarse. Visita, alegría,
embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: es aquí donde Lucas quiere que las
comunidades (y nosotros todos) perciban y descubran la presencia del Reino. Las
palabras de Isabel, hasta hoy, forman parte del salmo más conocido y más rezado
en todo el mundo, que es el Ave María.
• Lucas 1,45: El
elogio que Isabel hace a María. "Feliz la que ha creído que se cumplieran
las cosas que le fueron dicha de parte del Señor". Es el recado de Lucas a
las Comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues tiene la fuerza de realizar
aquello que ella nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de una
virgen, en el seno del pueblo pobre y abandonado que la acoge con fe.
3. La presencia mariana en nuestra vida
agustino recoleta.
La orden de agustinos recoletos “no es orden mariana
propiamente dicha”, pero nació, se propagó y se perpetúa “al amparo de María”. Desde el primer momento manifestó
de mil maneras su afecto filial a María. Se sentía hija de san Agustín, que tan
profundamente marcó toda la teología mariana, y de una orden que siempre puso
especial empeño en el culto a la Virgen. San Agustín señaló el cauce a la mejor
especulación mariana del futuro, al integrar a María en el misterio de Cristo y
de la Iglesia. Para él María es también el modelo perfecto de obediencia al
Padre y de virginidad, lo cual la constituye en paradigma de toda alma
consagrada.
Los teólogos agustinos, a partir del siglo XIV, defendieron
con vigor los privilegios de María y sus conventos no se contentaron con
honrarla en las cuatro festividades clásicas del calendario universal:
natividad, purificación, anunciación y asunción. Dieron vida también a
múltiples asociaciones marianas y sus frailes promovieron el culto a otros
títulos de la Virgen. Los más comunes fueron los de nuestra señora del Socorro,
de Gracia, bastante común en los conventos castellanos del siglo XVI, de la
Consolación y del Buen Consejo, de las que existe constancia documental desde
1308, 1401, 1439 y 1467, respectivamente. A fines del siglo XVI
(1575)
la virgen de la Consolación se asocia a la de la Correa y poco a poco va
convirtiéndose en el título más representativo de la piedad mariana de la
orden. En 1588, durante su visita a los conventos españoles, el general
Petrochini, muestra gran interés en erigir la cofradía de la correa en todos
ellos.
4. Enamorados
de la Virgen María.
Durante el siglo XVI florecieron en los claustros agustinos
de Castilla predicadores, teólogos y poetas enamorados de la Virgen. Santo
Tomás de Villanueva (1486-1555), cantó
sus glorias por los púlpitos de Salamanca, Valladolid, Burgos, Valencia y otras
ciudades de la península. Todavía hoy conservamos nueve sermones suyos sobre la
asunción, siete sobre la anunciación, cinco sobre la natividad, cuatro sobre la
inmaculada y algunos otros sobre la purificación, la visitación y la
presentación en el templo. Todos ellos rebosan de ciencia bíblica y teológica,
pero también de unción y fervor. Tomás era un predicador culto, formado en las
aulas universitarias, y se sentía a gusto con los textos de la Biblia y en
compañía de san Agustín, san Gregorio, san Bernardo y santo Tomás de Aquino, a
quienes debe gran parte de su doctrina. Pero nunca perdía de vista
el
público que le escuchaba.
El mismo fuego mariano ardió en el pecho del más grande de
sus discípulos, san Alonso de Orozco (1500-1591). El predicador de sus honras
fúnebres ya insistió en su amor a la Virgen: “Lo más de su vida gastó en
alabanzas suyas”. Y con mayor claridad lo atestiguan sus propios escritos. Por
ellos sabemos que su madre le consagró a María antes de nacer y le impuso el
nombre de Alfonso en recuerdo del arzobispo de Toledo, que “es en España el
santo mariano por excelencia”. A su ejemplo también nuestro Alonso se sentirá
toda su vida “capellán de nuestra Señora” y elegido por ella para predicar sus
alabanzas. En honor a María recitaba todos los días la Benedicta, un nocturno mariano de antigua prosapia en la iglesia, y
en el silencio de su celda entonaba cada día cuatro salmos y el Magnificat, uno por cada letra de su
nombre. A María dedicó tres de los cinco conventos que fundó: a Nuestra Señora
de la Paz, el de Talavera (1566); a la Visitación, el femenino de Madrid
(1589); y a la Encarnación, el masculino de la misma ciudad (1590).
Fray Alonso obedeció prontamente. En adelante, consumiría la
mayor parte de su tiempo en el púlpito o ante la mesa de escribir. Y no pocos
de sus sermones y de sus decenas de libros tratarán de María. Sobre ella
hablaba varias veces todos los sábados del año y de ella escribió tratados que
todavía poseemos.
También fray Luis de León (1527-1591), el legislador de los
recoletos, se ocupó a menudo de María. En las aulas universitarias defendió con
múltiples razones el privilegio de la Inmaculada Concepción. En los Nombres de Cristo dedicó una página
bellísima a ensalzar su sangre virginal. En la cárcel inquisitorial de
Valladolid (1573) el recuerdo de María le ayuda a soportar los ramalazos de la
envidia y de la calumnia y le inspira una bellísima poesía:
“La miserable vida / sólo cuando me vuelvo a
ti respira”. Y a María vuelve sus ojos suplicantes para que le dirija entre las
olas que amenazan hundirle en el abismo y le conduzca sano al puerto:
Virgen, lucero amado,
en
mar tempestuoso clara guía,
a
cuyo santo rayo calla el viento;
mil
olas a porfía
hunden
en el abismo un desarmado
leño
de vela y remo, que sin tiento
el
húmido elemento
corre;
la noche carga, el aire truena;
ya
por el cielo va, ya el suelo toca,
gime
la roca antena;
socorre
antes que embista en dura roca
Virgen,
el dolor fiero
añuda
ya la lengua, y no consiente
que
publique la voz cuanto desea;
mas
oye tú al doliente
ánimo
que con tino a ti vocea.
5. Fervor
mariano de las primeras comunidades.
La
Forma de vivir no dedica palabra
alguna a María y, por tanto, deja intacta la legislación general de la orden.
De ello cabría deducir que las comunidades recoletas se contentaron con las
prácticas marianas comunes en ella. Sin embargo, la realidad fue un poco
diversa. Su clara tendencia contemplativa las movió a incrementar su frecuencia
y a introducir otras nuevas. El mismo día de la profesión todos los religiosos
se consagraban a María y le prometían perpetuo vasallaje:
«El
nuevo profeso ha de celebrar su profesión en la celda, teniéndola muy limpia y
olorosa, y aderezada con flores y puesto en ella un altar pequeño y en él una
imagen de Nuestra Señora con sus luces. Al irse a recoger, las encenderá y,
puesto de rodillas delante de la imagen, ofrézcase por esclavo suyo, haciendo
carta de esclavitud y firmándola, pidiéndola le reciba debajo de su amparo para
defenderse del enemigo y que le alcance gracia de su santísimo hijo para
perseverar en la guarda de los votos».
Con la reforma litúrgica de Pío V, el oficio parvo y la Benedicta quedaron relegados entre los
agustinos a un lugar secundario, mientras que entre los recoletos mantuvieron
su primitiva importancia. La recitación diaria de la Benedicta era obligatoria hasta en los colegios de filosofía y
teología. Dieron mayor realce a la fiesta de la Inmaculada, convirtiéndola en
día de comunión obligatoria. Los recoletos colombianos comulgaban todas “las
fiestas de Nuestra Señora”, preparaban su celebración con un día de ayuno y las
solemnizaban con una hora más de oración. La antífona Nativitas tua y la procesión de la correa no experimentaron cambio
alguno. El canto de la antífona concluía solemnemente todos los días el rezo de
la liturgia de las horas y era obligatorio para todos, incluso para los
huéspedes, “si actualmente no estuvieran enfermos”. La procesión de
la correa se celebraba todos los cuartos domingos de mes en los conventos que
tuvieran establecida la cofradía.
6. En el Horizonte de nuestras
constituciones.
Nuestra
legislación dedica poco espacio para expresar la cálida devoción de la Virgen
María en nuestra Orden. Apenas dos números que subrayan la expresión más
genuina de una sincera devoción mariana. Son sólo dos números, pero suficientes
para expresar el amor de cada religioso y de cada comunidad a la Madre de Dios.
“El carisma de la Orden, constituido
por el amor casto contemplativo, por el amor ordenado comunitario y por el amor
difusivo apostólico, adquiere una dimensión de ternura y de calor humano en la
devoción de la santísima Virgen, madre y prototipo de la Iglesia, incorporada
al misterio de Cristo y perfecto dechado de la vida consagrada a Dios.
Ella se entregó totalmente a la caridad. Abrazó
aquel género de vida virginal, pobre y obediente, del que Cristo fue ejemplar
principal. Es maestra de vida interior porque fue «más dichosa aceptando la fe
de Cristo que concibiendo la carne de Cristo» , y porque conservaba y
meditaba en su corazón las obras y la doctrina del Hijo. Formó parte de la
comunidad perfecta de la sagrada Familia. Es también maestra de la vida
apostólica, «porque cooperó con amor al nacimiento de los fieles en la
Iglesia» y los sigue con materna solicitud hasta que Cristo se forme en
ellos” . (Const. Nº 29)
“La comunidad expresa la devoción a la
bienaventurada Virgen María, madre de la Orden, con el título especial de la
Consolación y la propone a los fieles «como signo de esperanza cierta y de
consuelo para el peregrinante pueblo de Dios”. (Const. Nº 30)
El número 78 trata de expresar cómo ha de realizarse la devoción y
el culto a la Santísima Virgen María.
“Todas
las comunidades y cada uno de los religiosos amen filialmente y traten de
imitar a la santísima Virgen María, madre de Dios, en cuya válida protección se
apoya la Recolección agustiniana.
Hónrenla
principalmente con el culto litúrgico y tengan en gran aprecio, sobre todo,
aquellos ejercicios de piedad mariana recomendados por el magisterio de la
Iglesia, que expresan «más claramente la nota trinitaria y cristológica que les
es intrínseca y esencial»
“Veneren
de modo especial y fomenten la piedad de los fieles hacia la Virgen María bajo
el título de Madre de Consolación, que es título tradicional en la familia
agustiniana. “(Const. Nº 78)
Después de la liturgia de las horas,
sea considerado como una de las más eficaces y excelentes oraciones el rosario
mariano que se recitará diariamente, así como el saludo del Angelus.
Los
sábados y festividades litúrgicas de la santísima Virgen y en la solemnidad de
san José cántese en común la Salve Regina y la antífona Ioseph”.
.
Expresar las
actitudes de María.
Cada vez que pensamos en María, estamos
abriendo gozosos nuestros corazones a Dios para vivir la novedad del Evangelio.
Ella supo aceptar la misma vida de Dios en Ella. En este día de retiro,
tratemos de abrir gozosos nuestros corazones a la novedad de Dios, que se
manifiesta en el corazón de los humildes y sencillos. Tal vez María tenga
siempre que enseñarnos nuevas actitudes de sencillez y humildad. Ella lo
entrego todo por Aquel Hijo, que era el mismo Dios hecho hombre. Nosotros, como
agustinos recoletos, hemos hecho donación de nuestras vidas también a Cristo,
para entregarlo todo por El y para El.
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